Se estima que, en todo el mundo, más de 150 millones de mujeres en edad reproductiva utilizan Anticonceptivos orales (AO) y muchas de ellas se benefician en términos de evitar abortos y embarazos no deseados, sangrado menstrual o la dismenorrea.
La mayoría de AOcontienen etinilestradiol y progestina, hormonas sintéticas que imitan a las naturales, estrógeno y progesterona, respectivamente. Los receptores de estrógenos y progesterona no están exclusivamente en los órganos reproductores. Por lo tanto los efectos de estos fármacos, si bien actúan sobre estos, también podría esperarse que presentaran un efecto sobre otros órganos que también poseenreceptores que reconocen su presencia.
Estudios han mostrado una asociación entrecontracepción oral durante la adolescencia y el aumento del riesgo de padecer depresión. Estos efectos son menos claros en la población adulta expuesta a la contracepción oral, o incluso hay trabajos que reportan una disminución del riesgo.
En la última década se han publicado un creciente número de trabajos que apuntan a dilucidar el riesgo de depresiónasociado al uso de AO. Un estudio danés, realizado a un millón de mujeres, observó unincremento de depresión asociado al uso de AO entodos los grupos de edad. Principalmente en adolescentes. Otro estudio sueco demostró los mismos resultados respecto de una población de 900.000 mujeres. En este caso, en la población femenina adulta, se observó este efecto solo en los AOque contienen progestina. Otro estudio sueco más reciente a una población de 740.000 mujeres, mostró una disminución de la incidencia de depresión en aquellas mujeres que habían utilizado AO con varios componentes, en comparación con un grupo que no los había utilizado.
En contraste a los estudios observacionales, estudios randomizados han mostrado pocos o nulos efectos del uso de AO sobre el estado de ánimo. Sin embargo, estos estudios como tampoco los observacionales, han analizado el sesgo que se puede introducir por los antecedentes de uso previo de los AO, en las poblaciones analizadas. Tampoco se consideró la variable del tiempo de exposición. De alguna manera, estos sesgos metodológicos podrían explicar la disparidad de resultados observados en diferentes estudios. Un reciente estudio que observó el uso prolongado de AO demostró un incremento del riesgo de depresión en adolescentes, pero varios años después.
Un reciente estudio de la Universidad de Upsala en Suecia, en conjunto con la Universidad de Copenhagen y de Melbourne, publicado en mayo del presente año (Population-based cohort study of oral contraceptive use and risk of depression. Epidemiology and Psychiatric Sciences 32, e39, 1–8. https://doi.org/10.1017/ S2045796023000525), evaluó una cohorte de 264.557 mujeres y sus registros obtenidos del Biobanco de datos del Reino Unido.
Esta evaluación analizó el uso de AO, desde el momento de inicio de uso, como también de suspensión. Mediante cuestionarios ajustados a la nomenclatura internacional predefinida, se estableció la presencia de trastornos del ánimo. Se realizaron una serie de variables de ajuste para despejar confusores que interfirieran en los resultados. Un 80.6% de las mujeres consumieron anticonceptivos, por un promedio de diez años, con un tiempo de inicio y término de exposición entre los 21 y 32 años de edad.
Durante los dos primeros años del uso de AO, hubo un aumento de la tasa de depresión del 1.79% comparado con el grupo que nunca había usado AO. Al estratificarlas por edad, las adolescentes tenían una tasa de depresión de 1.95%, a los dos años de seguimiento desde el inicio del uso de AO.
Se pudo concluir que las mujeres que utilizaban AOpresentaban un aumento del riesgo de desarrollar depresión precozmente en los primeros dos años de uso, siendo este incremento mayor en la población adolescente. También, se detectó que este riesgo puede disminuir con el uso prolongado, pero se mantiene en niveles superiores comparado con la población que no ha estado expuesta. Estos resultados fueron coincidentes con el estudio danés que mostró que el “peak” de riesgo se lograba a los seis meses desde el inicio de la exposición, declinando posteriormente.
Finalmente los autores concluyen que, a pesar de estos hallazgos,la mayoría de las mujeres toleran adecuadamente los AO sin manifestar efectos adversos. Sin embargo, la educación sobre su uso debidamente controlado, como también, el reconocimiento de signos asociados a los trastornos del ánimo, deben tenerse siempre presente para pesquizarlos y controlarlos de manera oportuna.